Liderazgo efectivo, resolución y claridad
Javier Zabala Director FocusAdvisor
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Javier Zabala
Los actuales tiempos son de gran volatilidad -externa y autoinflingida- y requieren más que nunca de líderes efectivos. Estos, ya sean altos gerentes o presidentes, de organizaciones privadas o públicas, suelen compartir una serie de características. Deben ser auténticos, poseer una visión clara y un entendimiento estratégico de las causas y efectos de sus acciones, saber escuchar (a quienes les piden selfies, y quienes se oponen de forma más callada o en encuestas), y saber seleccionar, hacer coaching y apoyar al talento que materializará su visión. Pero además de lo anterior deben ser resueltos y claros en sus mensajes.
En un ambiente como el de hoy un líder efectivo será juzgado más estrictamente que nunca en cuanto a si sus decisiones ayudan o hieren a su institución. Sus seguidores y oponentes evaluarán si sus resoluciones son sensatas, defendibles y oportunas, pues la acumulación de estas al final deciden el destino de la organización. Pero si no ven esta calidad de decisiones, y además ven indecisión, el líder pronto perderá la confianza y el compromiso de su gente.
Ser líder es como practicar un deporte de contacto, en el cual no hay que temer algo de roce dentro de las reglas del juego, hay que hacer jugadas, y en la suma final hacer más de las buenas que de las malas. Este fluir de tomar decisiones es un proceso en sí, que tiene componentes bastante conocidos: Reunir información de un amplio rango de fuentes, fomentar una tensión constructiva, evaluar las alternativas de forma honesta dándole una real chance a los disidentes de plantear sus argumentos, no dominar el proceso para no teñirlo con los propios paradigmas que pueden estar añejos o mal fundados, cuestionar la robustez de los "hechos" que serán presentados y evaluar qué ha sido finamente testeado y que es un supuesto, tomar claras decisiones tipo sí/no y explicar profundamente el por qué. Finalmente el proceso exige comprometerse con la ejecución al no delegar ciegamente, mantenerse cercano a su implementación, escuchar sinceramente el feedback por si hay que hacer ajustes.
En una atmósfera cambiante lo que menos se necesita es un líder indeciso, contradictorio, y que tira la alfombra bajo los pies de sus lugartenientes. Se requiere alguien con un proceso que permita tomar muchas decisiones de calidad y de forma rápida, y que delegue su implementación a gente competente, pero sin desligarse.